sábado, 29 de septiembre de 2012

Escenas de la novela argentina (sobre Macedonio Fernández) - Ricardo Piglia - TV Pública

Cátedra Extraordinaria Walter Benjamin - Enrique Dussel (sesión 10) (Ellos aún no saben lo que hacen. Perdónalos doblemente)

Apoyo a Hugo Chávez para el próximo 7 de octubre


Lo que sigue a continuación es una declaración de Carta Abierta apoyando la candidatura de Hugo Chávez en Venezuela.



DECLARACIÓN DE APOYO A HUGO CHÁVEZ APROBADA EN LA ASAMBLEA DE CARTA ABIERTA REALIZADA EL SÁBADO 22 DE SEPTIEMBRE 

7 de Octubre:    el triunfo de Hugo Chávez será un triunfo de la causa latinoamericana

El próximo siete de octubre se realizarán elecciones a los principales cargos nacionales en la hermana República Bolivariana de Venezuela. No es una elección intrascendente: en gran medida se juega en ella la posibilidad de continuar con éxito el proceso de integración latinoamericano, en un marco de soberanía nacional y participación popular. Hugo Chávez Frías pone en juego su liderazgo, confiando en que el pueblo con su voto consolide el proceso de transformación social y político mas importante de ese gran país.
Desde el inicio del gobierno encabezado por Hugo Chávez fue claro su compromiso de aportar, con su sello singular, inteligencia y esfuerzo, a un proyecto popular en el que la unidad de los pueblos latinoamericanos figurase en el primer lugar de la agenda.
En su derrotero de reformas profundas, recuperando dignidad y otorgando visibilidad a una gran mayoría de venezolanos sumergidos, nunca cejó en el esfuerzo de aunar las capacidades de las naciones suramericanas para enfrentar a los poderosos del mundo.

Muchos y constantes obstáculos fueron los que debió sortear su gobierno: las agresiones de los grupos conservadores de su país, las presiones imperialistas e intentos de golpes de estado (fracasados por la intervención popular), y la desestabilización permanentemente fogoneada por los medios de comunicación concentrados en una práctica conocida por todos los argentinos.
Cuando, como respuesta rápida y soberana al vergonzoso atropello institucional en Paraguay, se concreta la incorporación de Venezuela al MERCOSUR, la región se convierte en uno de los espacios socioeconómicos de mayor potencialidad en el mundo. Es un momento de trascendencia histórica con el comienzo de un promisorio proceso de paz en la convulsionada Colombia pero que no termina de despejar las amenazas de intervención imperial que merodean la zona: un contundente triunfo en la hermana Nación es imprescindible.
Así con Venezuela incorporada al Mercosur, la poderosa articulación de Brasil, Venezuela y Argentina se constituye en la espina dorsal de un armazón político, que junto a Ecuador, Uruguay, Bolivia y Cuba, es capaz de contener y potenciar la diversidad de experiencias sociales que alumbran el nacimiento de un nuevo mundo que pugna por la inclusión social, el desarrollo económico y la paz.
En cambio si Capriles, el prototipo echado a rodar por la derecha, aderezado con los atributos artificiales fabricados por los grandes medios del establishment y magnificado por los dólares norteamericanos lograra conmover el escenario favorable a los intereses nacionales del pueblo venezolano, una cuña fatídica se instalaría, echando una sombra siniestra desde Honduras a Paraguay, pasando por Venezuela.
Los lazos entre nuestro país y la Venezuela conducida por Chávez se profundizaron principalmente luego del 2003. El protagonismo conjunto del presidente bolivariano y Néstor Kirchner en el entierro del ALCA y la búsqueda de la paz en la región, puesta en acto al desarmar el conflicto entre el Ecuador de Correa y la Colombia presidida por Uribe, son hitos fundantes de una construcción de fraternidad y unidad política que necesitamos que se continúen y fortalezcan para enfrentar las dificultades de un mundo en crisis.
Venezuela es un eslabón protagónico de nuestro presente y la continuidad de su perfil político es garante de soberanía popular. Una claro victoria de Hugo Chávez en Octubre multiplica las posibilidades de crecimiento, desarrollo y estabilidad para las fuerzas populares de la región que iniciaron un camino emancipador y constituye un espaldarazo a las nuevas instituciones integradoras como la UNASUR, la CELAC y el ALBA, manteniendo abierto un camino de esperanza a los luchadores, que desde la oposición a gobiernos conservadores, intentan sumarse a este histórico proceso.
Si Hugo Chávez triunfa, triunfa el pueblo venezolano pero también el proyecto emancipador que se extiende por Latinoamérica. Significará un afianzamiento de su proyección estratégica hacia la conformación de un polo alternativo en un mundo signado por la convulsión y la crisis.
El gobierno argentino en palabras, gestos y acciones de Cristina Fernández de Kirchner, ha dado muestras claras de la decisión de apoyar y defender una alianza estratégica con la república bolivariana y su gobierno, puesto que esa hermandad expresa el más hondo sentimiento del pueblo que la sostiene.
Por todo esto, para Carta Abierta, no nos es indiferente el resultado de esas elecciones; desde el seno del pueblo argentino damos nuestro más caluroso apoyo a la candidatura de Hugo Chávez Frías a la presidencia de la Nación Bolivariana, repudiamos la campaña internacional mediática de agresión y ataque a su figura y acompañamos la movilización popular que la defiende.
Buenos Aires, septiembre de 2012.
 Espacio CARTA ABIERTA, Argentina
(Integrado por miles de trabajadores de la cultura y las artes, profesionales e intelectuales)
Mabel Maidana Co Coordinadora 
Comisión Nicolás Casullo de Medios Audiovisuales en Carta Abierta
Tomado de aquí.
 
 
 

 

viernes, 28 de septiembre de 2012

Cátedra Extraordinaria Walter Benjamin - Enrique Dussel (sesión 8)

La Presidenta Cristina Fernandez dialogó con estudiantes de la Universidad de Harvard



Una opinión en: "Preguntas en Harvard: la muerte del pensamiento"


Disertación en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard. Cristina Fernández (27/09/2012)

Preguntas en Harvard: la muerte del pensamiento





Marcelo Fernandez
Casi me desboco. Primero pensé en la muerte del pensamiento crítico. Luego fui más allá: la muerte del pensamiento crítico latinoamericano. Sin embargo, esos potenciales títulos eran imposibles. Aún en Universidades latinoamericanas la discusión sobre pensamiento crítico suele ser marginal. Pero aquello que nos ocupa es analizar las preguntas que estudiantes de la Universidad de Harvard le hicieron a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner luego de su charla que mixó la realidad argentina y la realidad del mundo.


José Pablo Feinmann en el programa Filosofía aquí y ahora II analiza parte de la obra de Martin Heidegger. En el Encuentro nº 2 El Dasein [el ser-ahí, el hombre] y sus posibles se despacha: "el Dasein inauténtico se entrega al mundo del 'se' –en alemán 'das man', 'se dice', en francés: 'on dit'-. Se entrega al mundo del 'se dice'. ¿Qué es el mundo del 'se dice'? 'Se dice' que hay que leer los libros de Jhon Grisham. Se dice que hay que leer los libros de Harry Potter. Se dice que hay que ver tal película, hay que ver tal programa, que hay que leer tal diario. Lo que se diga, el Dasein inauténtico –que está determinado desde afuera- lo acepta." Lo "inauténtico" tiene distintas aristas, siendo la central la negación de la propia muerte. Sin embargo, lo que nos interesa lo podemos encontrar en otro trabajo de Feinmann: "el Dasein, sometido a las habladurías, a lo que se dice, a lo que se escucha, a lo que hay que decir, a lo que todos dicen o (...) a lo que los medios de comunicación dicen, vive, existe en estado de interpretado." (La filosofía y el barro de la historia, p.322) El "estado de interpretado" viene a ser justamente la imposibilidad de generar una idea propia, una razón personal que funcione como fundamento de una determinada configuración. En este estado, somos simples reproductores de lo que plantean los medios de comunicación (en nuestro caso). Más adelante, el filósofo agrega un dato axial: "Hay, creo, algo que falta en el análisis de Heidegger. El 'mundo' en que 'cae' el Dasein inauténtico (todo Dasein es, en su 'caída' al 'mundo', inauténtico) es un mundo de estructuras de poder político y económico. [Ejemplo:] Si los taxistas escuchan Radio 10 y viven, por medio de ella, en 'estado de interpretado', esto ha sido posible por un grupo empresarial que compró esa radio para emitir un determinado proyecto político." (326)

¿Qué fue lo que escuchamos anoche en las preguntas de la mayoría de los estudiantes de Harvard? ¿No era acaso el Dasein inauténtico en acción? ¿Asistimos a un cúmulo de preguntas de hombres y mujeres en "estado de interpretado"? ¡¿Hasta dónde llegó a ponerse de manifiesto el grupo empresarial y el proyecto político del Partido de Oposición Mediático Monopólico de la Argentina en esas preguntas?! (En la última pregunta de las intervenciones, sin ir más lejos, un estudiante sacó el tema de "poder comer con $6 por día"... ¡cuestión que ya se había preguntado en la Universidad de Georgetown! O sea que ni siquiera tuvo la precaución de escuchar aquella otra serie de preguntas y cotejarla luego con el correo electrónico que contenía la lista de "preguntas necesarias" que distribuyó Clarín)

Hay problemas en muchos sentidos. Todos nosotros estamos expuestos a procesos de colonización y colonialidad. Todos los estudiantes que intervinieron eran latinoamericanos a excepción de una muchacha. La influencia abismal de los medios masivos de comunicación concentrados en sus preguntas fue por demás evidente (los aplausos sistemáticos luego de las burradas, preocupantes). ¡No quiero imaginar lo que puede hacer el Imperio norteamericano con aquellas mentes! ¿Qué nos espera a partir de lo que pudimos escuchar? Sin duda alguna muchos Redrados y Cavallos.

Cátedra "Chimentos Today": promediando la sesión de preguntas y ante lo inestable de los cuestionamientos, Cristina Fernández se dio vuelta para leer: esta es la Escuela de Gobierno Kennedy, no una Escuela de periodismo. Se estaba desaprovechando una buena oportunidad para conocer más sobre las políticas gubernamentales de la Argentina como así también la visión de la mandataria sobre otras políticas a nivel global. Preguntas como: ¿cuál ha sido el impacto de la Asignación Universal por Hijo en la sociedad?, ¿cómo fue el debate en torno a la Ley de matrimonio igualitario? o ¿por qué no logra implementarse integralmente la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual? brillaron por su ausencia. De la crisis de 2008 en EEUU, los recortes en España y Grecia o la situación en Medio Oriente tampoco se profundizó a través de las preguntas. Eso sí, una estudiante preguntó por el incremento en el patrimonio de la presidenta. Si a eso le hubiera agregado en qué gasta su sueldo, cuantas carteras tiene y qué maquillaje utiliza podríamos haber estado a las puertas de una nueva cátedra: "Chimentos Today".

Me están prohibiendo escribir en este preciso momento: En la ponencia Los grandes medios como oposición encubierta el Dr. Roberto Follari dice: "Que los medios concentrados –tanto gráficos como electrónicos- pueden obrar como oposición, no es algo que hoy cueste corroborar. Basta con conocer el caso venezolano, el ecuatoriano y, por qué no -y al margen de sus diferencias con los anteriores- el argentino. Por supuesto, los interesados lo negarán: y a eso es lo que referimos cuando hablamos de “oposición encubierta”. No a que los procedimientos sean especialmente sutiles (todo lo contrario), ni a que el tono insultativo contra las autoridades legítimamente elegidas sea menguado para disimular la intencionalidad destituyente. Nada de eso: la campaña es abierta, brutal, unilateral y absoluta. Sin embargo, en una contradicción performativa de las que gustaba señalar Habermas, quienes la practican lo hacen sin reconocer para nada lo que están haciendo; es como si alguien nos gritara, diciéndonos: -¿Acaso alguna vez yo te he gritado?" Anoche asistimos, exactamente, a la descripción que acabamos de reproducir. En primer lugar, varios de los preguntadores comenzaba diciendo algo así como: "yo soy uno de los pocos argentinos que le puede hacer preguntas" (Cristina aclaró que hablaba con muchos periodistas en actos y encuentros. También que, en reitaradas ocasiones, sus respuestas eran tergiversadas por un sector del periodismo). Dos puntos que marcan la paradoja: 1) Que la mayoría de las preguntas formuladas por los estudiantes de Harvard hayan sido -¿casualmente?- aquellas que están en la agenda del grupo monopólico Clarín indica esto de "oposición encubierta" y, también, la gran influencia que tiene el grupo como poder económico y político. 2) En esas preguntas se encuentra la libertad de expresión mediática "encubierta". Además de poder agredir diariamente a la presidenta y a varios funcionarios del gobierno sin ningún tipo de sanción (libertad de expresión 1), tienen la fortaleza de imponer su agenda en EEUU, en los estudiantes que tanto en Harvard como en Georgetown repitieron como loros los 4 o 5 items clarinistas (libertad de expresión 2). Nota: si es cierto que existe un monopolio mediático oficialista en formación, ¿cómo es posible que medios afines al gobierno como Tiempo Argentino, Página/12, etc. no pudieran influenciar en las preguntas de los estudiantes? Imagino que muchos de estos muchachos se habrán ido a acostar pensando que habían "luchado por la libertad de expresión"... nada más alejado de la realidad.

El tema de España: Cristina Fernández dijo en el discurso de Georgetown que "el descubrimiento de América había sido bueno...", y luego frenó: "los pueblos originarios no van a estar contentos con esto". En la exposición que realizó en Harvard también hizo alusión a "sus tres abuelos españoles". En alguna medida, es posible que la utilización de este último dato le sirva para hablar con mayor libertad sobre la política española. Digamos que, luego de eso, puede criticar a Rajoy a sus anchas casi como "una ciudadana más" de la península. Hay que decir que durante el gobierno kirchnerista el 12 de octubre fue denominado como "Día del Respeto a la Diversidad Cultural", modificando el odioso "Día de la raza". Sin embargo, es cierto que aquellos indígenas que hablan del 11 de octubre como "El último día de libertad" no deben coincidir con que el descubrimiento haya sido algo bueno. Hoy sabemos que tuvo más de invasión que de descubrimiento. En este sentido, me parece que la cuestión "sanguinea" debería influir bastante menos que la historia. Y la historia ha dejado en claro que la idea de civilización y progreso exportada por los europeos no fue otra cosa que una mascarada para saquear y dominar a los pueblos originarios que aún deben sobrevivir con escasos recursos y reconocimiento relativamente bajo. Es posible que, en este punto, mucho haya que aprender de Bolivia y Ecuador en los procesos de integración indígena que vienen llevando adelante desde hace un tiempo a esta parte.

Las preguntas del estudiantado dolarizado de Harvard han determinado la muerte del pensamiento. Después de Fukuyama, la historia pudo reaparecer (a veces de manera cómica, a veces trágica). ¿Podrá reaparecer el pensamiento propio (y, ¿por qué no?, crítico) en los estudiantes latinoamericanos que allí se forman?




     
 

      

  

martes, 25 de septiembre de 2012

Cristina Fernández en la Asamblea General de las Naciones Unidas

¿¡Increíble!? (pero real): "Fuerte rechazó de la SIP a las amenazas a Clarín"





El diario La Nación ha publicado en el día de hoy unas declaraciones de la SIP (la patronal de los medios masivos ricos) vinculadas con supuestas "amenazas" que el organismo encuentra en el spot que explica por qué el 7 de diciembre de este año debe modificarse la cantidad de licencias que posee el Grupo monopólico Clarín.


La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) rechazó ayer las "amenazas del gobierno de la Argentina contra el Grupo Clarín, a través de espacios publicitarios de televisión", y condenó que se "deslegitime a la Corte Suprema de Justicia", que tiene en estudio un recurso de inconstitucionalidad sobre varios artículos de la ley de medios.

"Deploramos que el Gobierno use un spot para difundir propaganda política en la televisión pública con la intención de amenazar a un medio que no se apega a sus puntos de vista y para presionar a los jueces a emitir un resultado que le favorezca", afirmó Gustavo Mohme, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, sociedad que agrupa a más de 1300 publicaciones del hemisferio occidental.

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"Un análisis del poder" (nota de JPFeinmann para Página/12)




Reproducimos una nota del 10 de agosto de 2010 escrita por JPFeinmann que guarda una notable actualidad. También está vinculada con el 7 de diciembre de 2012: la Ley de Medios y el Grupo Clarín.


El discurso que la presidenta CFK ofreció el 24 de agosto fue más allá de lo que han ido todos los discursos de los presidentes argentinos hasta la fecha. Nadie –ni siquiera el primer Perón o Evita– procedieron a una destotalización de la estructura del poder en la Argentina. Analíticamente, destotalizó, en primer término, la totalidad y luego la armó otra vez para exhibir su funcionamiento. ¿De qué estaba hablando la Presidenta? Del poder en las sombras, del poder detrás del trono, del verdadero poder. ¿Cuál es? Es el poder mediático. La filosofía occidental de los últimos 45 años se ha equivocado gravemente. Para salir de Marx y entrar en Heidegger (como crítico exquisito de la modernidad pero desde otro lado al de Marx) se vio obligada a eliminar al sujeto, tal como Heidegger lo había hecho con innegable brillo desde su texto La época de la imagen del mundo. También Michel Foucault dio por muerto al hombre. Barthes, al autor. Al estilo. Deleuze, desde Nietzsche, a la negatividad, o sea: al conflicto en la historia. Y la academia norteamericana sistematizó todo esto incorporando con fervor a los héroes de la French Theory. El fracaso es terrible y hasta patético. En tanto los posmodernos postulan la muerte de la totalidad, el Departamento de Estado postula la globalización. En tanto proponen la muerte del sujeto, el Imperio monta brillantemente al más poderoso sujeto de la filosofía y de la historia humana: el sujeto comunicacional. Y ésta –hace años que sostengo esta tesis que en Europa causa inesperado asombro cuando la desarrollo– es la revolución de nuestro tiempo. El sujeto comunicacional es un sujeto centrado y no descentrado, logocéntrico, fonocéntrico, ajeno a toda posible diseminación, informático, bélico, enmascarador, sometedor de conciencias, sujetador de sujetos, creador de realidades virtuales, creador de versiones interesadas de la realidad, de la agenda que determina lo que se habla en los países, capaz de voltear gobiernos, de encubrir guerras, de crear la realidad, esa realidad que ese sujeto quiere que sea, quiere que todos crean que es, que se sometan a ella, y, sometiéndose, se sometan a él, porque lo que crea el sujeto absoluto comunicacional es la verdad, una verdad en la que todos acabarán creyendo y que no es la verdad, sino la verdad que el poder absoluto comunicacional quiere que todos acepten. En suma, su verdad. Imponer su verdad como verdad para todos es el triunfo del sujeto comunicacional. Para eso debe formar los grupos, los monopolios. Debe apoderarse del mercado de la información para que sólo su voz sea la que se escuche. Para que sean sólo sus fieles periodistas los que hablen. Una vez que esto se logra el triunfo es seguro. El arma más poderosa de la supraposmodernidad del siglo XXI radica en el mayor posible dominio de los medios de información. Que ya no informan. Que transmiten a la población los intereses de las empresas que forman el monopolio. Intereses en los que todas coinciden. Asombrosamente ningún filósofo importante ha advertido esta revolución. Foucault se pasó la vida analizando el poder. Pero no el comunicacional. ¡Por supuesto! ¿Si había negado al sujeto cómo iba a analizar los esfuerzos del poder por constituirlo de acuerdo a sus intereses? Nadie vio –además, y se me antoja imperdonable– al nuevo y monstruoso sujeto que se había consolidado. Superior al sujeto absoluto de Hegel. Algo atisbó Cornelius Castoriadis. Pero poco. Relacionó las campañas electorales con las empresas que las financian. Pero –insisto–, aquí lo esencial es que el tema del sujeto ha vuelto a primer plano. Colonicemos al sujeto, hagámosle creer lo que nosotros creemos, y el poder será nuestro. El poder empieza por la conquista de la subjetividad. Empieza por la construcción de algo a lo que daré el nombre del sujeto-Otro.

Formulemos –como punto de partida de esta temática esencial– la obligada pregunta: ¿qué es el sujeto-Otro? Es lo Otro del sujeto. Escribo Otro con esa enorme O mayúscula para marcar la ajenidad que el Poder consigue instaurar entre el sujeto y lo Otro de sí. Heidegger transitó bien está temática. Lo que yo llamo sujeto-Otro es ese sujeto que –según Heidegger– ha caído “bajo el señorío de los otros” (Ser y Tiempo, parágrafo 27). He aquí un señalamiento brillante y preciso: el señorío de los otros. Heidegger amplía el concepto: quien cae bajo ese señorío (el de los Otros) “no es él mismo, los otros le han arrebatado el ser”. “El Poder, al someter mi subjetividad, elimina mis proyectos, mi futuro más propio, lo que hubiera querido hacer con mi vida. Mis posibilidades (...) son las del Otro, son las del Poder, las que me vienen de afuera. Ya no soy yo quien decide, soy decidido” (JPF, La historia desbocada, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2009, p. 128). Heidegger, sin embargo, se remite a la esfera ontológica: lo que se pierde es el ser. No creo que debamos poner el acento ahí: lo que se pierde es la subjetividad, la conciencia, la autonomía de pensar por nosotros mismos, pues pensamos lo que nos hacen pensar, decimos lo que nos hacen decir y nos convertimos en patéticos, bobos, manipulados defensores de causas ajenas. CFK manejó la temática con precisión y con una audacia que –yo, al menos, y ya tengo mis años viviendo siempre en este país– no le vi a ningún presidente. Cuando retoma la frase de tapa de Clarín y la da vuelta es donde revela qué es el Poder. Clarín titula: “El Gobierno avanza en Papel Prensa para controlar la palabra impresa”. Detrás de esta frase está toda la campaña “erosionante” (por utilizar un concepto del revolucionario popular agrario Buzzi, fiel a sus bases hasta la muerte, hasta matar a la FA sometiéndola a los intereses de la Sociedad Rural, manejada hoy por el “Tano” Biolcati, descendiente de la “chusma ultramarina” que Cané desdeñaba, y no por Martínez de Hoz o por el elegante señor Miguens) de la oposición. Es decir, el Gobierno es autoritario, enfermo de poder y siempre empeñado en silenciar a todos. CFK le da la razón a Clarín: “Clarín piensa que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. Quiero en esto coincidir con Clarín. Claro, quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. ¿Por qué? Porque Papel Prensa Sociedad Anónima es la única empresa que produce en el país pasta celulosa para fabricar papel de diario, fabrica el papel de diario, lo distribuye y lo comercializa en lo que se conoce en términos económicos y jurídicos como una empresa monopólica integrada verticalmente. ¿Por qué? Porque va desde la materia prima hasta el insumo básico, pero no solamente produce ese insumo básico sino que además determina a quién le vende, cuánto le vende y a qué precio le vende. Por eso coincido con Clarín en que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa en la República Argentina”.

El Poder –en cada país– tiene que formar monopolios para tener unidad de acción. No se tiene todo el poder si se tiene sólo Papel Prensa, que implica, es verdad, el control de la palabra impresa. Pero hay que tener otros controles. Sobre todo –hoy, en el siglo XXI, en esta supraposmodernidad manejada por la imagen– el poder de la imagen. Y el de la voz radial, siempre penetrante, omnipresente a lo largo de todo el día. Se trata de la metralla mediática. No debe cesar. ¿Por qué este Gobierno se complica en esta lucha con gigantes sagrados, intocables? O lo hace o perece en cualquier momento. Desde la campaña del señor Blumberg se advirtió que los medios podían armar una manifestación popular en pocas horas. Toda la gilastrada de Buenos Aires salió con su velita detrás del ingeniero que no era e impulsada por Hadad y la ideología-tacho que –en ese entonces– era una creación de Radio 10. La ideología-tacho es un invento puramente argentino. Como el colectivo, el dulce de leche y Maradona. Uno toma un taxi en cualquier parte del mundo y el taxista no lo agrede con sus opiniones políticas. Lo deja viajar tranquilo. Sigamos: la segunda, terrible señal de alarma fue durante las jornadas “destituyentes” y “erosionantes” del “campo”. Sin el apoyo inmoderado de “los medios” habría sido un problema menor. Pero la furia mediática llegó a sus puntos más estridentes. La “oposición” no es esa galería patética de ambiciosos, torpes e impresentables políticos que pelean mejor entre ellos que con sus adversarios. Son los medios. La derecha no tiene pensadores, tiene periodistas audaces, agresivos. Y la mentira o la deformación lisa y llana de toda noticia es su metodología.

El análisis de CFK fue excesivamente rico para una sola nota. Hasta aquí tenemos: Videla convocó a La Nación, Clarín y La Razón y les entregó Papel Prensa. Al ser el Estado desaparecedor socio de la sociedad que se formó, esos diarios no sólo apoyaron o colaboraron con un régimen abominable, fueron sus socios. ¿Para qué? CFK lo dice así: “Durante esos años se escuchaba mucho el tema defender nuestro estilo de vida. Nunca pude entender exactamente a qué se referían cuando se hablaba de defender nuestro estilo de vida. Yo no creo que la desaparición, la tortura, la censura, la falta de libertad, la supresión de la división de los poderes puedan haber formado en algún momento parte del estilo de vida de los argentinos”. Sí, en el momento en que se constituye Papel Prensa y Videla les pide a los grandes diarios que –ahora sí: a muerte– defiendan la lucha en que están empeñados, el estilo de vida argentino, para ser defendido, requería los horrores de la ESMA. Hay un libro de Miguel Angel Cárcano: El estilo de vida argentino. En sus páginas se traza una imagen idílica, campestre, cotidiana y señorial del general Roca. Ese es –para Cárcano– un héroe de nuestro estilo de vida. El de ellos, el de la oligarquía que hizo este país a sangre fuego y a sangre y fuego lo defendió siempre que se sintió atacada. Los herederos de Cárcano y Roca todavía lo defienden. Si se les deja el poder de “formar la opinión pública” como siempre lo hicieron volveremos al país que desean: el del neoliberalismo, el de los gloriosos noventa. Conservarán el poder. Al que CFK dibujó así: “Si hay un poder en la República Argentina, es un poder que está por sobre quien ejerce la Primera Magistratura, en este caso la Presidenta, también por sobre el Poder Legislativo y, mal que pese, también por sobre el Poder Judicial (...) es invisible a los ojos”. Es el poder que tan impecablemente definió un otrora misterioso personaje: “¿Presidente? Ese es un puesto menor”.




lunes, 24 de septiembre de 2012

Palabras a Sandra Russo, 678 y un conjunto de pequeñas penas


"No hay cosa más difícil, decía Eully, que defenderse de una calumnia forjada por un cortesano"

"Habiendo Apeles escapado de la acusación capital que le suscitó Ptolomeo, compuso y dejó en la ciudad de Efeso su cuadro de la Calumnia.

La Adulación abría la marcha de sus personajes y daba, por la espalda, la mano al Artificio y a la Astucia; ésta marchando hacia atrás, atraía hacia ella a la Credulidad, con la boca abierta, el mirar abobado, las orejas paradas; a la derecha se apoyaba en la Ignorancia, representada bajo la forma de una mujer ciega, y a la izquierda en la Sospecha, atreviéndose apenas a poner el pie en el suelo. La Calumnia con miradas sombrías y feroces, la seguía arrastrando con una mano a la Inocencia, bajo el emblema de un niño, con los ojos levantados hacia el cielo. Con la otra mano la Calumnia agitaba una antorcha, cuyos vapores formaban una nube que la Verdad, seguida del Arrepentimiento, vestidos ambos de duelo, no podían penetrar."

(Primeros párrafos de Recuerdos de Provincia, Domingo F. Sarmiento)

Decidió, por fin, salir a la calle. Un dolor brutal atacó su espalda. Después de los primeros cinco pasos, una travesía de ruidos se agolparon en su mente. "Una vez más" -se dijo, y continuó avanzando como si nada pasara. Las anteojeras, de repente, se acomodaron a su cabeza. Se había ganado el sobrenombre de "famoso" por aquella limitación. Su sistema nervioso era un conjunto de niños y niñas gritando y corriendo a medianoche. O sea, un desmadre o un despadre, según. (Los susurros de amor son los únicos que merecen existir). Ahora, los susurros malvados inventados por las tecnologías de la represión no tendrían que formar parte de la humanidad. Deberían ser el "afuera" de la humanidad. Todos los días me levanto con la pesada mochila llenada por el "Aparato". "Sujeto Absolut(amente)" cargando la dependencia de cada uno de los represores.

La primera vez que vi a Sandra Russo hacía un programa con Boy Olmi que se llamaba "Dejámelo pensar". Salía por la TV Pública. Estaba bueno porque planteba temas interesantes y sí había que ponerse a pensar. Olmi me sorprendió porque no lo tenía como conductor solo como actor. Luego he leído a Sandra en Página/12 hasta que se hizo "cotidiana" junto con mi adicción a 678. Pude leer su libro Jallalla y luego La Presidenta. Jallalla es un "libro de barricada" escrito al calor de los ataques que tanto Clarín como Morales lanzaron sobre Milagro Sala y la agrupación Túpac Amaru. Es un "trabajo apurado" que te acerca velozmente a la construcción política de la Túpac y a la vida íntima de la militante jujeña. En cambio, La Presidenta es un libro pausado. Se nota que ha tenido más tiempo para armarlo, ordenarlo, etc. El estilo es mucho más cuidado que el de Jallalla. La Presidenta muestra las "formas" de una mujer ejerciendo el poder, la biografía de Cristina Fernández de Kirchner, su relación con Néstor Kirchner, etc. En mi opinión, los dos trabajos ayudan en mucho a comprender lo que está sucediendo en nuestro país en la actualidad.

Sin embargo, me duele cuando Barragan, Cabito, Galende, Palma o la misma Russo utilizan la "jerga de la represión", la palabras oscuras e hirientes que establece el "Aparato" para someter a ciudadanos argentinos. De alguna forma, la coincidencia en las ideas y posturas políticas hace que uno sienta afecto por aquellos periodistas y programas que buscan el fortalecimiento de la libertad de expresión, de la libertad de información y de la democracia neopopulista en su conjunto (con la ampliación de derechos que ella promueve). Así y todo, día tras día uno debe soportar la violencia con que la "tecnología de la represión" y el "Aparato" golpea y reprime. Es triste observar que, en los programas cuyo discurso alienta el progresismo y la defensa de los derechos humanos, se cae en la lógica de lo peor del sentido represivo.

Nada de lo anterior le plantearía al Grupo Clarín o a viejos amigos. Ellos no tienen corazón, no tienen alma y -por ende- no podemos esperar ninguna cosa de allí. Pero, de 678 y sus periodistas esperamos mucho. Y esperamos mucho porque han demostrado las formas de la mentira del monopolio, las ideologías que se esconden detrás de las noticias, los intereses económicos que subyacen a los medios masivos de comunicación y un largo etcétera. Sin embargo: ¿van a caer en la trampa de la "jerga de la represión" y del "Aparato"?, ¿van a creerles a quienes han sido protagonistas de la etapa más oscura de la Argentina?, ¿asumirán ese relato como propio?, ¿se pondrán a su servicio?

No es necesario que sean historiadores expertos para recordar nuestro pasado reciente. Empezamos este texto hablando de la "Calumnia". Sabemos que existe la "construcción del enemigo". ¿Cuántos de nosotros hemos caído en las redes de la Calumnia del "Aparato"? ¿Cuántos de nosotros resistimos la profunda ignorancia del "Aparato" y sus secuaces en la absoluta ausencia de argumentos y diálogos? ¿Cuántos alfabetizadores fueron torturados y asesinados por el "Aparato" simplemente por ser alfabetizadores en nuestro pasado reciente? Por esto mismo, se trata de una elección: o le creemos a aquellos que sistemáticamente han practicado la violencia y la calumnia en nuestro país o a las víctimas de las "tecnologías de la represión", de la "jerga de la represión" y el "Aparato" en su conjunto.








V7Inter: Chile: Dejar atrás a Pinochet

V7Inter: Medio Oriente: ¿Qué hay detrás del video anti-islámico?

Un excelente informe realizado por Visión 7 Internacional (TV Pública) sobre el video anti-islámico que ha causado una serie de revueltas de protesta. Hay efectivamente un problema religioso y el video es altamente ofensivo. Sin embargo, Pedro Brieguer destaca que Pakistán, Somalía y otros paises de la región son bombardeados desde aviones no tripulados enviados por EEUU. Eso agrava aún más la situación teniendo en cuenta los antecedentes que tiene Occidente en relación a las últimas guerras.

domingo, 23 de septiembre de 2012

¿Por qué no llegué a ser Kirchnerista? ¿Por qué soy Cristinista? ¿Por qué (aún) soy anti-imperialista, anti-capitalista y anti-autoritario?





Por Marcelo Fernandez
Intentaré lanzarme sobre las palabras. He decidido no andar buscando fuentes, ni rastreando libros, ni ninguna de esas muletas que -muchas veces- uno necesita para sentirse seguro. Sólo voy a hacer alusión a una carta para empezar a responder a la primera pregunta: ¿Por qué no llegué a ser kirchnerista?


Durante la época menemista, participamos en la toma de los colegios dependientes de la UNCuyo en contra de aquella Ley de Educación que implementó, al fin de cuentas, la EGB y el Polimodal (entre muchas otras cosas). Esto sucedió en Mendoza, 1997. Luego, marchamos en contra de un recorte en educación que quiso imponer, si mal no recuerdo, López Murphy. Fui uno de aquellos muchachos que supo militar en el trotskismo. Tuvimos las primeras experiencias de las marchas, la redacción de volantes y las madrugadonas para repartirlos en bancos y fábricas (a decir verdad, un banco y una fábrica). La cuestión fue que el 2003 nos encontró aún en el "que se vayan todos". No era tan terminante como en el 2001, pero sí manteníamos el mismo espíritu. Habían políticas que se modificaban pero desconfiábamos. "Oportunismo", "luchas interburguesas" y un largo etcétera eran nuestras excusas (o simplemente la mía). De alguna manera, y unos cuantos años después, la carta de Pablo Llonto "Perdón flaco" fue como una radiografía que me habían hecho sin autorización.

En algún momento comenzó mi travesía por organizaciones sociales, organizaciones de base. Cuando se armó la discusión por la 125, los ruidos eran cada vez más fuertes. Aunque en ese momento recuerdo haber escrito un texto situado en Mendoza y que reivindicaba una consigna del Frente Popular Darío Santillán sobre la "eliminación del IVA a los productos de la canasta básica" (cuestión que también tenía que ver con una modificación impositiva y por ello venía al caso), ya empezaba a mostrarse lo que Carta Abierta denominó un "clima destituyente". Debo decir también que el MST marchando junto a la Sociedad Rural fue una imagen bastante contundente, una suerte de "historia repetida".

El tema es que comenzaron a llover políticas estatales que priorizaban la Justicia Social por sobre cualquier otra cosa (¿qué es la izquierda sino priorizar la Justicia Social?). Así, el proceso de integración Latinoamericana, la estatización de Aerolíneas Argentinas, la recuperación de los Fondos de los Jubilados, la Asignación Universal por Hijo, la Ley de matrimonio igualitario, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el "Fútbol para todos", la nacionalización de YPF, la Ley de identidad de género y un abultado etcétera me convirtieron en Cristinista. Seguro estoy olvidando unas cuentas medidas y también es posible que haya mezclado políticas de Néstor Kirchner con las de Cristina Fernández de Kirchner. Me permito este descuido.

La reivindicación de la política fue sin dudas una de las prácticas más subversivas del movimiento. A partir de ahí se han disparado discusiones impensables hace 10 años atrás. Todo ello ha funcionado como un catalizador social y un incentivo al mismo tiempo.  

¿Por qué (aún) soy anti-imperialista, anti-capitalista y anti-autoritario?

Entiendo que el proceso que vivimos en la Argentina y en buena parte de Latinoamérica es por demás interesante, una integración que tiene presente buena parte del ideario de nuestros Libertadores. Tanto UNASUR como la CELAC y el nuevo impulso que se le ha dado al MERCOSUR a partir de la incorporación de Venezuela son un claro reflejo de este acercamiento regional. Sin embargo, este mismo proceso nos ha mostrado cómo fue destituido Manuel Zelaya en Honduras, la instalación de nuevas bases militares norteamericanas en Colombia, la desestabilización del gobierno de Rafael Correa en Ecuador, el constante asedio al gobierno de Evo Morales en Bolivia y el reciente "golpe parlamentario" que sufrió Lugo en Paraguay. El bloqueo a la isla de Cuba continúa en pie. También conocemos el accionar de Norteamérica, con el premio nobel de la paz Barack Obama a la cabeza, en guerras como las de Irak y Afganistán. Su intervención en Libia y en Medio Oriente. Por todo esto y por la constante presión económica que los países centrales ejercen sobre los periférico es que soy anti-imperialista. 

Quienes estamos a favor de la vida (y es necesario remarcar esto ya que el sistema capitalista está haciendo denodados esfuerzos por dejarnos no solo sin vida humana, sino sin planeta) no podemos sino estar en contra de las prácticas que realiza el Imperialismo y en contra de lo que hace el capitalismo en su afán por mantener su tasa de ganancia. Hemos podido observar cómo luego de la crisis de 2008 el capitalismo decidió insuflar millones y millones de dólares al sistema financiero para salvar a los bancos, dejando sin casas y sin trabajo a gran cantidad de hombre y mujeres. Aunque Cristina Fernández de Kirchner definió a esto como "anarco-capitalismo financiero" -de manera frontal, valiente, ante empresarios en una reunión del G-20-, creemos que se quedó corta. ¿Por qué? Porque las crisis del capitalismo no son "errores", sino que son parte constitutiva de su lógica de funcionamiento. A partir de esta crisis pudimos escuchar a algunos corredores de bolsas que, sincerándose, plantearon lo excelente de esta situación ya que se abrían posibilidades para ganar mucho dinero. Hemos visto, aunque sea una parte, de lo que significa la especulación financiera y las "burbujas" inmobiliarias. De eso el sistema se alimenta: las democracias liberales se endeudan, priorizan esas deudas con los Bancos y luego ¡zas! el consabido recorte en salud, educación, despidos, baja de salarios, etc. En este punto es donde no podemos mirar para otro lado: el Imperialismo y el modelo de relación-producción capitalista cada vez dan menos soluciones a los conflictos sociales. Al contrario, es este sistema el que los genera cíclicamente.

Pude ver parte de la marcha-concentración del 13 de septiembre pasado. Hay una gran cantidad de análisis que vale la pena pispear: desde la cuestión de la "escucha" planteada por Eduardo Mocca, la mirada de los encuestadores y consultores políticos rastreada por Raúl Kollman, el relato sobre "La yegua" (evidente paralelismo con el insulto menos ofensivo que propinaron los caceroleros del 13) de José Pablo Feinmann hasta la postura de Beatriz Sarlo (que contiene, sorpresivamente, una cierta crítica a la "anti-política"). El asunto es que el odio irrefrenable que espetó la marcha de caceroleros me hicieron pensar: ¿qué haría en un gobierno una expresión política que contenga a este grupo?, ¿por qué el ministro de educación porteño Esteban Bullrich habló de "eliminar la Asignación por Hijo"? Para no estirar el texto innecesariamente: me considero anti-autoritario (o anti-fascista) porque estoy diametralmente en contra de quienes desoyen la voluntad popular expresada en las urnas y se levantan al grito de: "queremos comprar dólares" o "quiero ir todos los años a Punta del Este". Y es necesario estar en contra porque la opción que parece perfilarse como oposición más seria al Kirchnerismo es el PRO. Y el PRO aunque no represente TODAS las consignas que en la marcha se corearon, sí representa a muchas. Y muchas de ellas son esencialmente autoritarias, antipopulares y dignas de una democracia-liberal de mercado. Soy de los que piensa que el gobierno nacional debe mejorar la forma de comunicar y explicar algunas de sus medidas (cambio de monedas y regulación de la AFIP), pero entiendo claramente que el sector más duro de esta "política-cacerolera" no debería ser una opción viable para nuestro país.

Luego de esta catarsis política, me despido planteando 4 cosas: 1) Es necesario revisar la legislación sobre minería heredada del '90 y la forma en que trabaja la megaminería a cielo abierto con uso de sustancias tóxicas. 2) Hay que conocer con precisión cuáles son los efectos que tiene sobre la tierra el cultivo extendido de la soja y los agroquímicos asociados a ella. 3) Entiendo que es un momento óptimo para que salga la Ley sobre el voto optativo a partir de los 16 años. 4) Como plantea Carta Abierta, es necesario realizar una Asamblea Constituyente que modifique la Constitución y así plasmar en un nuevo articulado las políticas estatales que ha parido este cambio de época (así como lo hizo Venezuela, Ecuador y Bolivia).

        

     


Cooke contra los monopolios mediáticos



Por Hernán Brienza

 

Fue uno de los cuadros políticos e intelectuales orgánicos más interesantes que tuvo el peronismo a los largo de su historia.

 

El 19 de septiembre pasado se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de John William Cooke, quizás uno de los cuadros políticos e intelectuales orgánicos más interesantes que tuvo el peronismo a los largo de su historia. Como se sabe, el "Bebe" fue diputado nacional, delegado personal de Juan Domingo Perón, con quien intercambió una de las correspondencias más fecundas de estos últimos 200 años en la Argentina, se enamoró de la Cuba revolucionada por Fidel Castro y se convirtió en el padre fundador del peronismo de izquierda o el peronismo revolucionario. En su labor parlamentaria, el "Gordo", como también lo llamaban, tuvo varias intervenciones memorables: el debate sobre las actas del Tratado de Chapultepec, sus célebres discursos en contra de la economía liberal de mercado, la fundamentación de la necesidad de reformar la Constitución Nacional y su alocución sobre el Caso La Prensa, realizada el 16 de marzo de 1951. Esta nota de domingo es en cierta manera un homenaje a Cooke y también a Eduardo Duhalde, quien compiló todos sus escritos y discursos. Lo que sigue es un extracto de los principales pasajes de ese discurso:


"Nosotros estamos contra La Prensa por razones mucho más serias, mucho más fundamentales. Estamos contra La Prensa porque creemos que diarios de esa clase son los que han minado la base de la nacionalidad, creemos que La Prensa es uno de esos obstáculos, como hay muchos otros en el continente, que han impedido o demorado todas las posibilidades de reivindicaciones proletarias en Latinoamérica. Nosotros lo decimos por encima de las contingencias de la comisión investigadora. Lo decimos como hombres políticos que expresamos opiniones personales. Nosotros estamos con los obreros, y estamos contra La Prensa, porque La Prensa siempre estará, como lo ha estado hasta ahora, contra los obreros y contra nosotros…"


"Este diario es todo un poder, perfectamente cimentado a través de muchos años de vida. Tanto es un poder que en todo el continente y aun en Europa se han levantado voces de protesta contra el llamado atropello contra La Prensa; e inclusive el señor ayudante de Estado para Asuntos Latinoamericanos (de EE UU), Edward Miller, se ha permitido hacer declaraciones con referencia específica al caso de La Prensa..."


"Si fuera exacto que está en juego la libertad de prensa, ninguna voz se levantaría contra ese principio fundamental de los derechos humanos; pero esto no es la libertad de prensa. La libertad de prensa es una cosa auténtica, que se está mancillando a través del plan distorsionado que se está siguiendo en este asunto. Nosotros creemos, sí, en la libertad de prensa, en la libertad de la prensa independiente y de la ideológica, de la equivocada y de la que está en la verdad, pero en lo que no creemos es en el derecho de las empresas mercantiles capitalistas para procurar que los resortes del Estado se pongan al servicio de sus intereses…"


"Nosotros sabemos que, para el imperialismo, el principio de la libertad de comercio, el de la libertad de concurrencia, de la libre actividad privada y de la libre empresa son todos fantasmas y mitos que a la larga sirven para acentuar cada vez más la desigualdad que ya existe entre países coloniales y semicoloniales. Desgraciadamente, a través de los procesos históricos de la humanidad, la libertad de prensa, junto con otras libertades que he mencionado, ha venido a constituir un instrumento más de de aherrojamiento, de sometimiento de los pueblos coloniales y semicoloniales. ¡Qué nos vienen a hablar de libertad de prensa! El propósito es querer embaucarnos con una supuesta igualdad jurídico-formal, que es el punto de arranque de la exacerbación de la desigualdad social y económica."


"Las empresas periodísticas como la que consideramos hoy están en un mundo de los truts, de cárteles, de holdings, de toda forma de integración monopólica. La llamada 'prensa grande', no ha escapado a este proceso, se han ido integrando, concentrando, y al final han venido todos los órganos de opinión de importancia comercial a quedar en manos de unos pocos propietarios vinculados a las altas finanzas y a los grandes negocios."


"¿A quién le van a hacer creer que esos periódicos son expresión de la opinión ciudadana, y que dirigen honestamente el pensamiento público?"


"Nosotros creemos que en lugar de dignificar el oficio periodístico, esos grandes diarios transforman a hombres dignos, que son los auténticos productores de este ramo de la difusión de las noticias, en verdaderos prisioneros encerrados en cárceles sin rejas, obligados a servir los intereses de sus anunciadores".


"No se puede confundir prensa libre con la empresa periodística que persigue un negocio. Nosotros tenemos el más profundo respeto por los diarios que a través de nuestra vida nacional han salido a combatir por ideas, desde los diarios de los primeros gobiernos, o el dirigido por Manuel Belgrano, pasando por los jocosos periódicos de la época del padre Castañeda, y hasta los de la época de la organización , y si bien con quienes dirigían el país y esos periódicos podemos tener discrepancias ideológicas, es evidente que tomaban la empresa periodística como una manera de defender su pensamiento. Pero no podemos comparar eso con estos comerciantes que no bien tienen un conflicto con sus obreros, pretenden, a través de todo ese movimiento internacional, que el gobierno se ponga al servicio de los intereses de los propietarios contra los servidores que hacen y han hecho su engrandecimiento…"


"No es este para nosotros un planteo circunstancial, sino de fondo. Si La Prensa tiene razón, tiene que estar equivocado el país, y si tiene razón el país está equivocado La Prensa y todos los que tienen relación con ella."


"Voy a leer lo que dijo Hipólito Yrigoyen sobre ese tipo de periodismo en nuestro país: 'Los pueblos siguen afrontando la lucha contra el vicio y la impudicia triunfante, sin contar siquiera con una prensa nacional que levante su mente y juzgue los sucesos en su verdadero significado.' Esto lo observó quien fue jefe y fundador del partido de los señores diputados: la ausencia de una prensa nacional. Cuando decía esto el presidente Yrigoyen hacía ya 45 años que existían los diarios a los cuales nos estamos refeririendo."


Obviamente, las épocas, los protagonistas y las situaciones no pueden extrapolarse. Sin embargo, el discurso de Cooke demuestra que hay una continuidad política que une al yrigoyenismo, al peronismo y al kirchnerismo en su lucha contra los monopolios periodísticos. Hoy los argentinos estamos en las vísperas del proceso de mayor democratización comunicacional de nuestra historia. Como dijo Juan Domingo Perón, "quienes quieran oír, que oigan".

 

Tomado de aquí.

 

 

 

 

 

 

 

Entrevista a Enrique Dussel

Entrevista from Carlos Paizanni on Vimeo.

Enrique Dussel: Cuarta sesión de la Cátedra Extraordinaria sobre Walter Benjamín.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Carta Abierta/12: La diferencia


1.
El actual gobierno mantiene una diferencia que se hace notoria cuando crece la espesura de hechos que son portadores de cierta turbación y ambigüedad. Pero en las innumerables tensiones de la hora, permanece siempre un sentido decisorio ligado a un círculo efectivo de protección de las grandes reformas introducidas en la vida social, en la economía de los sectores populares, en las acciones que involucran al Estado asumiendo responsabilidades colectivas indelegables. Y, desde luego, en el tejido de la memoria nacional, como lo demuestran los juicios que siguen ensanchando las fronteras de la democracia activa, hijos del hiato que significó la decisión de que los símbolos del terrorismo de Estado caigan de las paredes del Colegio Militar en donde superponían la historia aciaga del pasado con las historias nuevas que debía vivir el país.

Así, el kirchnerismo es un implícito y explícito sentido de la historia basado en el igualitarismo político, social y de género; en el desarrollo nacional compartido con nuevas políticas ambientales, lo que aún debe perfilarse con vigor e imaginación nueva; en la modernidad basada en críticas pertinentes a la globalización; en el autonomismo de los movimientos sociales, aun cuando entre ellos y el Estado todavía deben generarse posibilidades más ricas de interrelación; en la promoción científica y técnica bajo el doble resguardo de la soberanía nacional y la autonomía del pensamiento crítico; en un latinoamericanismo activo que se inspire en los legados más que centenarios y pueda concretarse en el siglo XXI en nuevas sociedades mancomunadas sobreponiéndose a las acciones desestabilizadoras que son un acecho permanente, como lo demuestra el caso del Paraguay. Y tantos otros hechos, operantes en la memoria pública, que no se pueden oscurecer por los tropiezos y obstáculos que se ciernen en el horizonte. Pero el kirchnerismo es también una actuación posible, necesariamente creativa, en un mundo capitalista en quiebra, que como decían viejos y respetables escritos, surge y crece con sangre entre sus poros, arrastrando a los procesos populares, muchas veces, en su ordalía de decadencia y servidumbre.

Brecha, pausa, fisura, hendija, diferencia. Quedémonos con esta última palabra, aunque las demás son parecidas. En todos los casos se desea significar la figura de una innovación en la espesura de hechos, y como se ha dicho, de una peculiaridad irreductible que subsiste en el movimiento político que gobierna el país a pesar de que se lo quiere ver inmerso en el manejo de arbitrariedades, como disuelto en retrocesos y pequeñas maniobras de subsistencia. Decir diferencia presupone una fórmula para volcar los hechos hacia la percepción de las novedades, que los hace distinguibles a pesar del cúmulo de incidentes circunstanciales y con apariencias contradictorias con el significado que los origina. Es que el kirchnerismo, en primer lugar, es un modo de tomar decisiones bajo el acoso de severas circunstancias políticas. Hay en la Argentina un rompecabezas que no se descifra con los conocimientos clásicos, aunque muchos de sus tramos son sabidos. Continúa entre nosotros la tarea de desfondar el núcleo principal de creencias que selló, hace casi una década, la voluntad de revertir en el país los daños inferidos por una revolución conservadora indefendible, aunque sus consignas destructivas todavía se resistían a salir de escena luego de la formidable crisis del 2001, como lo prueba la votación del 2003, donde Menem aun ocupaba el primer lugar y el no muy conocido Néstor Kirchner el segundo. Para percibir lo que mencionamos como desfondamiento o violentación, basta leer los diarios, porque en ellos está la noticia y también el ariete que las recrea a la manera de un bonapartismo mediático.

¿Cómo se produce el permanente quebrantamiento de la institución gubernativa a partir de los procesos contemporáneos de la justicia y del bonapartismo mediático? Podemos ver que bajo el acoso de un impresionante aparato comunicacional se emplean estilos profundamente corrosivos. Toda inmediatez es promovida como si no hubiera diferencia entre las ocurrencias desdichadas en una sociedad compleja –accidentes varios, hechos de sangre, vulnerabilidad de derechos, todos los sucesos lamentables de la vida injusta, que no han desaparecido de ninguna de las grandes metrópolis mundiales, incluso las nuestras– y lo que podríamos llamar la Culpa Estatal. Tan sólo los que insisten machaconamente con que la Presidenta no distingue entre su vida privada y los asuntos públicos son quienes presentan la imagen de una sociedad quebrada por la inseguridad, la corrupción y la inflación. Para mostrar esta tesis, una batería de imágenes de situaciones de criminalidad se encarga cotidianamente de privar de contextos y de marcos explicativos singulares a acontecimientos que parecerían emanar de un gran hueco donde las vidas están en peligro constante y la responsabilidad de todo ello recaería sobre el Estado.

Todo gobierno de raíz popular hoy está en riesgo y debe partir de esa premisa. Y para disminuir esos riesgos sólo vale acentuar y promover un sentido de realidad tan efectivo e histórico, como empírico e intelectual. Este reclama una nueva visión crítica de los modos comunicacionales que no sólo por ideología y voluntad, sino también por su configuración tecnológica, encarnan una suerte de gobierno de las almas, donde se infunden las nociones fundamentales de miedo, el primitivismo justiciero del vengador y el pensamiento descartable y rápido, basado en golpes pulsionales que anulan toda mediación entre sociedad e instituciones. No se trata de negar la existencia de problemas, pero todos ellos, pasados por los tejidos conceptuales y redes mediáticas, adquieren un estatuto fantasmal, son generalizables como juego inmediatista de las conciencias, infundiendo un sentido de ciudadanía aterrorizada, dispuesta –frente al abismo conceptual que se les presenta– a darles sustento a ideologías de mano dura, securitistas, planes de ajuste, pedagogías del pánico; en suma, derechización de las sociedades.

Contra eso nos expresamos y luchamos. Sabemos que para atacar al gobierno, se ataca la diferencia que encarna. Y para eso se recurre no apenas a los grandes mitos comunicacionales de la vida segura y purificada –mito despolitizador, pues sólo la política pública y colectiva puede dar seguridad democrática a las poblaciones sin artificializar las formas de vida–, sino a enviar sus arietes de izquierda a las zonas de superposición con los grandes aglutinantes de la globalización –por ejemplo, la política minera, que aún no cuenta con suficientes resguardos en cuanto a las exigencias ambientales y, más todavía, a las exigencias de vida de las comunidades cercanas a los establecimientos extractivos–, sabedores de que allí hay tareas incumplidas, definiciones que deben transitarse. Pero al señalarse que se está frente a un gobierno que sostiene esquemas económicos atravesados por las dificultades de la hora, los grandes medios han decidido el esfuerzo máximo de travestismo. Mientras acusan al gobierno de apócrifo, deciden ser de derecha cuando atacan los horizontes avanzados en cuanto a las políticas de derechos humanos; deciden ser de izquierda cuando atacan las políticas extractivas; deciden ser lo contrario de lo que fueron en el 2008 cuando en el 2012 sugieren una sojadependencia; deciden ser libertarios cuando atacan a los periódicos oficiales por ser “pautadependientes”, abandonando como una ilusión adolescente su situación real de ser los grandes medios de comunicación que, a su vez, son empresas del capitalismo internacionalizado, siempre dispuestas a asociarse a las causas más retrógradas del vasto mundo.

Todo, con tal de atacar la diferencia, aquello que hace del kirchnerismo una instancia que se sitúa en el terreno de la decisión nueva. Nueva por guardar el espíritu de cambio de generaciones anteriores, nueva porque navega en las aguas inciertas de una humanidad sometida a poderes coercitivos e inhumanos, y preserva el hilo esperanzado de una sociedad con derechos y libertades redescubiertos para innovar las prácticas políticas. La lucha por mantener y ampliar la brecha está a la orden del día. No se ha oscurecido esa diferencia por la serie de obstáculos que surgen transversalmente de las afueras y del propio interior de ese movimiento político, si lo definimos como colector de amplias modalidades del ser político, tal como se ejerce en los partidos populares argentinos. Ante ello, son necesarios nuevos procedimientos, o la conciencia de nuevos procedimientos que eviten que la distancia de hecho y de derecho producida respecto de la política tradicional sea devorada por esa misma política tradicional que tiene a su disposición toda clase de máscaras para su oficio de desfondamiento: máscaras de moralidad abstracta y de izquierdas que no son lúcidas ante la paradoja.

Una nueva derecha quiere que se olvide que lo que da fuerzas a esta experiencia contemporánea es el modo en que, desde sus comienzos, se ligó a la idea de resistencia en los ’90, a las movilizaciones sociales inaugurales del siglo XXI y a las tenaces luchas por la memoria y por los derechos, para entonces sumergir la diferencia que organizó el espacio político de esta década. Lo suyo es el aplanamiento cultural a las formas más establecidas de un optimismo comunicacional y sentimentaloide, la legitimación de políticas de criminalización social ejercidas por policías bravas que siguen utilizando la tortura como brutal método represivo, la despolitización enunciada como horizonte de la gestión estatal, la realización de medidas de contención social sin vocación transformadora. Se erige, explícitamente, como alternativa de un tipo de concepción de la política que es conflictiva porque se pretende transformadora, que es reapertura de problemas porque se sabe disruptiva, que por muchos momentos parece apenas balbuceada pero porque no renuncia a su propia invención.

No puede haber, para nosotros, continuidad entre la experiencia política de la que somos parte y esa nueva derecha que quiere erigirse como heredera. Porque si apoyamos la ley de medios es también porque debatimos el formato bajo el cual se forjan subjetividades a la orden de la sociedad del espectáculo. Porque si habitamos el presente con angustia y entusiasmo es porque no creemos que el horizonte pueda ser definido por una idea de felicidad colectiva centrada en el consumo y en la reproducción del capital. Porque si hacemos política es porque vemos, en la escena contemporánea, los intersticios a expandir no sólo para la reparación de los muchos daños que vivió nuestro pueblo, sino también para la creación de formas de vida emancipadas. Nada de eso persistirá si triunfan aquellos que quieren acotar el kirchnerismo a una etapa casual del peronismo, transitoria y renunciable, declarando sucesores naturales a las derechas internas. Lo que está en juego no es poco. Y no se trata de una oscura disputa de poder sino de la posibilidad de que lo sucedido y lo realizado no sea liquidado por los agentes de la repetición, ni conjurado por las fuerzas –múltiples y extendidas– del conservadurismo argentino, presente tanto al interior como fuera de la alianza electoral triunfante.

La situación en el movimiento obrero organizado deja en evidencia el enorme retraso que existe en el campo nacional y popular con respecto a superar viejas modalidades de organización corporativa y de connivencia con las patronales que hoy se transforman en un lastre para el proceso que vivimos. Durante décadas se amasó en Argentina un modelo de sindicalismo que si bien defendía, en algunos casos, los derechos de los trabajadores que representaba, al mismo tiempo fue constituyendo lógicas empresariales en su interior y cercenando alternativas. De allí el nombre de “corporación” que se ha arrojado a la discusión pública. Si la actual hora argentina es, como creemos, de profundas transformaciones, y si está en juego la democratización de cada vez más esferas de la vida social, entonces lo que alumbra este conflicto es la posibilidad de modificar las antiguas organizaciones sindicales. Hoy necesitamos de la participación de los trabajadores, representados democráticamente, en la convocatoria a discutir la participación activa en la construcción conjunta del proyecto nacional.

La ruptura de un sector de la CGT con el gobierno, y su sorprendente alianza con la derecha, contrasta tanto en prácticas sindicales como en posicionamientos políticos con la experiencia que expresan los gremios nucleados en la CTA que conduce Hugo Yasky. A esta constatación no son ajenos ciertos sectores de la clásica central obrera, pero su rol minoritario diluye las posibilidades de incidir en los grandes trazos de la política que se construye desde Azopardo.

En el mundo sindical, las viejas conducciones no pueden admitir que la incorporación de más de cuatro millones de jóvenes trabajadores al circuito productivo acentúe la urgencia de un modelo sindical distinto, con democracia interna y mayores libertades de actuación y representación. La actual legislación no ha podido impedir la fragmentación política de las estructuras tradicionales, ni garantizar que alguno de esos fragmentos sea genuino apoyo para el proyecto que gobierna la Argentina desde 2003. La ruptura de su alianza con el gobierno no acredita, para Hugo Moyano, el papel que tampoco pueden acreditar para sí aquellos que claman para sucederlo.

La crisis del viejo modelo sindical seguirá siendo una atmósfera propicia para el conservadurismo y la reacción si no es superada con la promoción de leyes que garanticen la plena participación de los trabajadores, que establezcan métodos transparentes de elección, que ilegalicen los procedimientos y prácticas que naturalizan el fraude y la proscripción de listas opositoras, que aseguren la incorporación y representación de las minorías y que, en definitiva, preserven la autonomía sindical y la plena libertad de agremiación.

En esta escena el juicio y castigo a los culpables materiales e intelectuales del asesinato del joven Mariano Ferreyra, cuyo principal acusado es José Pedraza, constituye un inédito hecho contemporáneo que, paradójicamente, surge de un reclamo social, de las actuaciones estatales y de los giros político-culturales profundos de la etapa política, más que de una impostergable revisión del propio sindicalismo en crisis. Un antes y un después quedará sellado por el resultado de este juicio en el que no puede quedar habilitada ningún tipo de impunidad.

Por eso insistimos: son necesarios nuevos procedimientos, porque la diferencia que el kirchnerismo encarna está a la vista. Como ciertas constelaciones, en el agitarse de los días, a veces se ve más nítida y otras no, se balancea entre las zonas penumbrosas de un país difícil para las grandes transformaciones. Para los que hace mucho entienden qué es lo que está en juego, es precisamente por eso –por la diferencia, que es la forma de la esperanza– que lo atacan.

2.
Si algo se viene construyendo como identidad del proyecto en despliegue es lo democrático-nacional-popular. La frase no es un cliché, pues está abierta a la vida cotidiana, a las clases sociales productoras, a los intelectuales de todas las corrientes que interpretan con pluralidad de estilos las necesidades de un cambio civilizatorio. Lo recorrido desde el 2003 instituyó a la autonomía financiera como raíz de la política económica y también de la propia cultura de esta etapa histórica. Desendeudarse y ser libres para formular nuestros planes, establecer nuestra fiscalidad, direccionar nuestro crédito, manejar nuestra moneda, disponer de nuestras reservas, controlar los movimientos del capital especulativo, evitar la fuga de divisas. Una libertad que, articulada con valores patrióticos, resiste las imposiciones de las hegemonías mundiales, de amarrar con una lógica unívoca las institucionalidades nacionales, naturalizando un pensamiento único con un lenguaje hecho de palabras que hoy las mayorías populares perciben como penurias, mientras ellos las pronuncian como dogma de la virtud: mercado, ajuste, austeridad, clima de negocios. La nueva época fomentó el renacer de la industria y el vigor del consumo popular, lo que hubiera sido imposible sin el reencuentro de la economía y la política, de la mano de las decisiones distributivas.

El tránsito de años y de esfuerzos ha dejado una marca en la conciencia y la sensibilidad popular: no hay vuelta atrás, no se atará más el destino nacional al capital financiero internacional y sus préstamos usurarios. Ser dueños de lo nuestro conduce a otros debates y objetivos peliagudos: definir el proyecto de país, de estructura productiva, de diversificación sectorial, de innovación tecnológica, de modelo extractivo, de articulación en la integración regional; nada de esto puede ser agenda del mercado ni de decisiones de corporaciones oligopólicas, sino una cuestión de ciudadanía. Así, la determinación del ingreso de inversiones extranjeras reclama ser involucrado en esa esfera, con la discriminación estatal de cuáles son virtuosas y cuáles son innecesarias e indeseadas.

El ingreso indiscriminado de inversiones extranjeras vivido en otras épocas de nuestra historia significó desarrollismo sin desarrollo, restricción externa en lugar de aporte genuino de divisas, dependencia y no autonomía de la tecnología, estructura económica deformada cuando se la requiere integrada, polarización social que frustraba el anhelo de justicia distributiva, acentuación de las brechas entre regiones que conspiraba contra la unidad nacional. No hay proyecto de desarrollo conducido por una plétora de inversiones extranjeras descontroladas y con destinos errantes. Así, entre un desarrollismo mercantil y un proyecto nacional de desarrollo hay un abismo. El segundo necesita de un plan ejecutado por los liderazgos y representantes populares, apoyado en la participación social, y su conducción descansa en la dinámica de un bloque social diferente.

La nacionalización de YPF es un hito hacia la conquista de la autonomía económica. Junto al Correo, AYSA, la estatización de la administración de los fondos previsionales, Aerolíneas Argentinas, son decisiones políticas que revierten la descalificación que sobre la capacidad empresaria del Estado introdujo, en el sentido común popular, la hegemonía neoliberal. La subsistencia de ese prejuicio es un lastre, una rémora del desprecio por la política, un residuo del elogio de lo privado sobre lo público. Recuperar –revitalizado, mejorado y corregido– ese papel del Estado es vital para profundizar los cambios. Por eso, todo error en la conducción de la gestión estatal, toda desidia o interés particularista en este ámbito, revista una doble gravedad, la que significa en sí misma, y lo que carga en ella como desprestigio de la llave maestra de la reconstrucción popular: la democratización operativa del ámbito de la acción colectiva pública, encarnada en sus instituciones estatales para las cuales ser mejoradas es su obligación inherentemente ética y política.

Sin esa recuperación resulta imposible contrapesar la extranjerización heredada del neoliberalismo, uno de los ejes principales para la apropiación de los activos y su renta nacionales de la globalización financiera. La YPF previa a la nacionalización, la administración y el estado de las concesiones ferroviarias con sus episodios trágicos y los comportamientos oportunistas en la fuga de capitales son muestra acabada, por sus falencias, limitaciones y degradaciones, de la ausencia de una gran burguesía nacional que pueda jugar –por sí– ese rol. Más productivos y justos resultarán esfuerzos en apoyo y fomento del despliegue de un empresariado mediano ligado al empuje de mejoras en la productividad, a la redistribución de ingresos y a un destino propio comprometido con la suerte del proyecto. De la misma manera, deberán seguir profundizándose los esfuerzos por sostener y ampliar las experiencias de economía social que hoy recorren el país más allá y pese a la invisibilización a las que son sometidas.

El abordaje de la cuestión minera, que se entrecruza en los mismos nudos problemáticos, no puede resumirse en un productivismo que omita que toda producción es un acto social responsable, ni por una concepción purista de la naturaleza que omita que es el trabajo humano el que la transforma en habitable; sólo que la habitabilidad colectiva regida por el trabajo debe hacer de éste un núcleo que albergue por igual las grandes funciones de la tecnología y las conquistas del pensamiento crítico, según las cuales toda relación social, y toda relación del hombre con la naturaleza y sus dones, es en última instancia de carácter ético. Por eso se demandan justamente enfoques integrales que contemplen tanto la explotación de riquezas con potencia generadora de divisas, como el cuidado del ambiente y la integración de cadenas productivas que eliminen la lógica de persistentes economías de enclave, en las cuales la explotación se reduce a extraer y exportar minerales sin una doble mediación: tanto la mediación industrializadora autónoma como la mediación ética ambiental, de interés de los pueblos, no sólo los que habitan las regiones afectadas por esa explotación, sino de las naciones en su conjunto. Nada mejor que el ejemplo de YPF para avanzar hacia una minería sustentable aceptada por los pueblos a través de eficaces mecanismos de consulta: una empresa nacional que tenga centralidad en el desarrollo de la actividad y cuya racionalidad exceda la acotada mira de la eficiencia basada en la rentabilidad de los grupos oligopólicos.

Esa centralidad y revitalización de las instituciones del Estado es requerida también para revertir el deterioro producido por años de reacción conservadora en el sistema de salud. Sistema fragmentado, ineficiente e injusto, resultado de los sucesivos e intencionados golpes destinados a destruir lo público y dejar el campo libre a la voracidad del mercado. Y aunada a una noción de derecho a la salud, pero en igual relevancia a la expansión de derechos civiles que hoy atraviesa el debate público, se presenta la necesidad de legalizar el aborto y haciéndolo de alcance libre y gratuito, salvando vidas que por condición social no acceden hoy a intervenciones adecuadas, y realzando el derecho a la maternidad por sobre la servidumbre de la mujer.

3.
Una de las palabras que todos los pueblos aprenden a pronunciar con prudencia es la palabra tragedia. En este caso podemos decirla. La verdadera hecatombe económico-social internacional que proviene de la crisis de la financierización construye un momento trágico de la historia contemporánea: destrucción de servicios públicos que devienen en la desatención de derechos económicos y sociales; organismos internacionales de crédito interviniendo como policía financiera para garantizar las acreencias de los bancos en las periferias europeas; Estados nacionales del centro del mundo puestos al servicio de los intereses de las entidades bancarias de sus países; emisión desenfrenada de divisas para el salvataje de las ganancias y los capitales de los especuladores.

Personajes mediocres gobiernan potencias como sombríos espantajos que balbucean lenguas susurradas, cuando no directamente dictadas por el poder financiero, y emiten discursos que reclaman mayores ajustes y penurias a los pueblos y regiones mundiales ya acosados por la globalización del capital bajo una implacable estrategia especuladora, mientras los propios esquilmadores se solicitan a sí mismos la continuidad de las políticas que condujeron al desastre. Ni una luz, ni una idea, ni un asomo de inteligencia estratégica en las entrañas de un poder mundial cada vez más tentado y familiarizado con las lógicas de la impunidad. Impunidad de las guerras injustas, de los ajustes despiadados, de los racismos, de las fronteras para los pobres y el internacionalismo para los capitales. Se está construyendo, ante nuestros ojos, un destino que bordea un sentimiento aterrador, con nuevas formas de vigilancia mundial, operaciones clandestinas e intervenciones militares que provocan lo mismo que dicen querer combatir, rediseñándose en las sombras un nuevo código penal sigiloso que internacionaliza puniciones, regula su misma ilegalidad e introduce en el propio campo civilizatorio nuevas formas de violencia disciplinadora, que incluye acciones militares selectivas que no quieren abandonar la conciencia humanista de Occidente, por lo que se consuelan creyendo que son acciones de la razón los más bárbaros atropellos contra la condición humana. Por eso, nosotros, también actuamos para rescatar un legado filosófico y moral, que aun con sus renunciamientos y deficiencias, todavía puede construir un destino colectivo basado en libertades irreductibles y consideraciones últimas de la razón política inspiradas en las raíces de autodeterminación que tiene toda vida colectiva.

La crisis que hoy se vive es una concurrencia compleja de discursos, sistemas y políticas. Es la evidencia de un fin de época de retrocesos servidos con palabras edulcoradas que velaban la realidad mientras subterráneamente el proceso avanzaba hacia el actual desastre: fin de la historia, globalización, aldea global. La idea que pudo ser generosa de una humanidad intercomunicada a través de sus mundos de vida puede quedar en manos de monopolios mediáticos que operan una forma de gobiernos sobre los pueblos, sostenida en el terror subjetivo, el miedo al futuro, el abismo de la historia que solo impondría un refugio en el oscuro placer de la sospecha, en una sociedad del espectáculo que en vez de hacer crecer las artes visuales con el recurso de las tecnologías vistas desde su lado emancipatorio, las ofrecen como circuitos de control de los símbolos de éxtasis, dándole una mísera resolución a la cuestión de la representación, el juego y la felicidad pública.

Como herida expuesta queda la característica estructural de la época y su actual desemboque: la hegemonía del capital y su despliegue revanchista contra el trabajo, manifestada en una redistribución regresiva del ingreso que facilitó la expresión extrema de la contradicción entre producción y consumo. Sin riesgo para esa hegemonía, el capital apuesta a una mayor financierización y dramáticos recortes de derechos humanos a los pobres. Una ruta a la barbarie. Sin embargo, las luces frente a las tinieblas del mundo central asoman en la periferia. La más prometedora, la más desafiante, la más transformadora es la de la nueva América latina y el Caribe, que en la situación mundial actual se constituye en lo que podríamos denominar un bloque de resistencia contra la barbarie.

El concepto de barbarie fue solicitado en múltiples ocasiones para juzgar las paradojas de la historia. Se lo usó para visualizar lo extraño o lo extranjero, aun cuando fuese portador de virtudes que no encajaban en la mochila de los vencedores. Ahora, como un envío de los tantos sacrificados por culturas políticas que cometieron el profundo error de sentirse superiores solamente por gozar del imperio de la fuerza, surge de los horizontes latinoamericanos un dictamen que viene de lejos y se escucha de múltiples maneras: la lucha contra la barbarie implica revisar historias, construir conceptos nuevos que en la maraña de horas de violencia que vive el mundo, rescate nociones arcaicas de libertad creadora con los lenguajes de una modernidad de los pueblos, que muestre que no cortar el hilo de la memoria es lo más avanzado que pueda ejercerse en materia de liberaciones políticas, intelectuales y artísticas.

Vaya paradoja de nuestros tiempos, reminiscentes como siempre de otros que se presenciaron en el pasado, y que sólo divergen de estos porque la astucia de la historia ha cambiado uno o dos nombres propios; los voceros de esa Europa que parecía ilustrada e inclusiva, cuna de todas las artes y las ciencias y de toda protección social, no trepidan en calificar de populistas a gobiernos democráticos latinoamericanos que han vuelto sus miradas a procederes más ajustados a los deseos y necesidades de sus pueblos. He aquí que si el voto en Latinoamérica y el Caribe está menos “bancarizado” y responde más aproximadamente a lo que necesitan sus indigentes y sus pobres, si crea trabajo en lugar de destruirlo, si sus empresas son más controladas por los Estados y los créditos bancarios se inclinan hacia los pequeños y medianos emprendimientos en lugar de como siempre, a oligo y monopolios, es porque los acogió el demonio. Pero el pacto con el diablo, gran fábula literaria de todos los pueblos, y que diera tanto en Europa como en Latinoamérica obras literarias ejemplares, desde Goethe hasta Guimaraes Rosa, puede interpretarse hoy como una nueva alianza entre ejércitos tecnológicos y tecnologías financieras, la que usurpando la libre decisión de los pueblos, da curso a una nueva camada de administradores de emergencia que suponen que las poblaciones agredidas canjearán su futuro entrando en las nuevas burbujas del ilusionismo en el nombre de lo que ya no puede pensarse a sí mismo: el capitalismo mundial, en todos sus aspectos.

Consideran honorable gesta atacar a numerosos gobiernos latinoamericanos, con la rara persistencia de un bombardeo continuo, porque se les ha ocurrido dar pasos hacia la autonomía de los países centrales. Estos herejes han decidido crear y fortalecer la Unasur y crear la Celac –una renovada región con expansión de derechos y nuevas formas sociales y económicas– inspirados en las mejores tradiciones independentistas y patrióticas. Las diatribas son feroces y odiantes. Más aún cuando provienen de los medios de comunicación de la propia América latina que les son afines y los partidos locales de oposición. Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, Dilma y Lula en Brasil, Néstor Kirchner y Cristina Fernández en la Argentina, Hugo Chávez en Venezuela y Mujica en Uruguay, tienen la gran oportunidad, aun en sus diferencias, para mostrar que las fuentes de la democracia que conciben como la mejor forma de organizar la sociedad implica una noción crítica frente a los que consideran que las naciones libres ya son artificios, meras superficies inventadas como efecto de los grandes negocios, tráficos clandestinos y dominio irracional de la naturaleza.
El más claro y reciente ejemplo de esta capacidad de la región es la sanción al gobierno ilegítimo que desplazó a Fernando Lugo, acrecentada con la decisión inmediata de incorporar Venezuela al Mercosur. Este hecho, que convierte a la región en la quinta potencia mundial, es la más dura derrota asestada a la diplomacia y a los servicios de inteligencia norteamericanos desde que el ALCA fuera liquidado en Mar del Plata en 2005.

Por eso es necesario preguntarse si este momento argentino y latinoamericano que se desenvuelve alrededor de los principios de la libertad, la justicia y la dignidad de los pueblos está en riesgo. ¿Es diferente este momento a otros, ya superados, donde se puso a prueba lo que se estaba logrando? Esta pregunta habita en los que han tomado la decisión de colocar sus esfuerzos alrededor de los principios legítimos que animan estos gobiernos de la transformación. No hay dubitación en nuestro apoyo, que se mantiene activo precisamente porque la pregunta por el riesgo, al hacerse, obtiene respuesta afirmativa. Si hay riesgo, que lo hay, hay redoble de la circunstancia solidaria con los gobiernos democráticos de la región. Por eso tomamos la palabra junto con nuestro pueblo, que busca, recuperando antiguas memorias y experiencias, atesorar en sus manos el destino colectivo, cuando pasa del uno aislado al múltiple, contradictorio y expresivo, diletante y combativo, crítico sin razón o con fundamento, que habita en el corazón de toda realidad. De ese pueblo somos parte. Este es el que ha decidido estar, en su mayoría, junto a nuestro gobierno, porque la historia marca su lugar.

Desde los ’70, cuando todo nuestro continente hervía en los pueblos movilizados por una historia diferente de la que labraron durante décadas la alianza entre las oligarquías locales, los grandes multimedios y los representantes de los intereses norteamericanos, la lucha dejó miles de muertos, cuya memoria destella como reclamo incesante por la justicia. En los ’90 el carnaval alegre del salvaje capitalismo festejó el triunfo de los poderosos y el de la miseria económica y moral de los pueblos. Aunque no es la historia esa mochila cargada con anécdotas y fechas, actos heroicos y traiciones, frases célebres y olvidadas, nombres de hombres que figuran con los datos del vencedor y del vencido. Hay una historia que se repite y vuelve a lo mismo. Pero hay otra, la que nos muestra lo que se repite en la historia cuando esta repetición proviene del futuro, y conservando lo más innovador, el acontecimiento del pasado, introduce una diferencia que resitúa ese acontecimiento, le da dimensión y sustancia, lo convierte en poder para realizar esas transformaciones que se pusieron en juego y fueron derrotadas.

No es una cuestión casual, aunque admite porciones importantes de anomalías en lo que nunca es el trazado lineal de una historia. Algunos, como Néstor Kirchner, pusieron en juego la capacidad de captar el momento y hacer lo necesario para la reparación del olvido que había caído sobre el pueblo, para recuperar la política como arma de transformación. No haremos el recuento de lo logrado y que se continúa, sin duda, en lo que Cristina Fernández produce en medio de las inclemencias de la hora y que es la continuidad histórica de una posición, de una decisión que transforma las luchas de los ’70 en un accionar sin tregua por la igualdad, la justicia social y económica de este tiempo, convirtiendo las heredadas utopías en el poemario laico y complejo de la acción popular. La entrada de cientos de miles de jóvenes a la política anticipa el rostro del futuro, porque sin una movilización masiva, en los momentos necesarios, queda sin soporte un proyecto que busca aún su tono, sus palabras justas, en medio de decisiones que tomadas siempre en tiempo de urgencia han cambiado la manera y la intensidad de la discusión política en el país.

Si hablamos de riesgo sin mordaza alguna, sin ningún condicionamiento a nuestro apoyo irrestricto a este proyecto popular, es porque el bloque del poder tradicional puede aparecer como vencido, pero simplemente posterga, hasta encontrar el momento adecuado para golpear sobre estas jóvenes democracias populares. En nuestro país lo intentaron con la Resolución 125, y no pudieron. Pero han logrado voltear, utilizando los recursos cínicos del republicanismo constitucional y en nombre del rescate de la propia democracia de las manos de sus supuestos pervertidores, la incipiente democracia paraguaya e instalaron, nuevamente, en Bolivia, la idea de un golpe contra el presidente Morales. Como si de una recurrente pesadilla se tratase, la instalación en Mariscal Estigarribia, Paraguay, de la base militar de los EE.UU., con 1500 marines con inmunidad diplomática y un aeropuerto donde pueden aterrizar sus gigantescos aviones, recuerdan la evidente injerencia norteamericana en tramos aciagos de una historia no tan lejana que reclama de nosotros, y de nuestros gobiernos, el estado de alerta y denuncia que garantice la continuidad de los proyectos democráticos populares.

Pero sabemos que este escenario no es todo. Hay debates que nos corresponden a nosotros, como argentinos. La potencia imperial es previa a sus representantes, a las alianzas históricas con ese sector que representa lo inmóvil de la historia y más aún, el lánguido reclamo de retroceso de lo tanto que se ha logrado en la Argentina en estos años de gobierno popular. Ese sector nunca se dará por vencido. En la defensa de sus intereses, que radica fundamentalmente en sus tasas de ganancias. Por esto, es necesario afirmar, continuar, debatir, la lógica y hasta diríamos la epistemología que haga imposible ese retroceso del país, respecto del avance formidable de estos últimos años, con la única arma posible: profundizar, corregir, proponer, movilizar.


Por otra parte, los pueblos y los gobiernos de Suramérica son navíos en la tormenta que asumen la responsabilidad de rediseñar las magnas normas para que coincidan con los procesos de transformación que suceden en varios países de la región viabilizando, en algunas de esas experiencias populares, la eventual continuidad democrática de liderazgos cuando estos aparecen como condición de esta inédita etapa regional. Ello configura un “momento constitucional”, apropiado para ligar las transformaciones en curso y el andamiaje legal. No se trata de imponer normas, sectorizar gobiernos, arbitrar en causa propia en cuestiones de grave significación institucional, sino de pensar en forma completa el decurso de una historia. Si las formas más relevantes de los cambios deben ser protegidas, un armazón novedoso de normas debe legislar a una escala constitucional admisible y nueva las relaciones entre el Estado y la sociedad, entre la producción y el consumo, entre la economía y la política, entre la república y la nación, entre los derechos particulares y los derechos sociales.

Es posible que no se resista a utilizar la fácil calificación de nombrar el fenómeno como “constituciones de última generación” por la obviedad imperiosa de aparecer como nuevas, pero conviene descubrir y destacar que lo que las distingue es tanto el proceso que las genera como las definiciones con que rediseñan a las naciones. No se trata del antiguo constitucionalismo que lanzaba sus dictámenes luego del crepúsculo, luego de que las guerras terminaran y permitieran que “el búho de Minerva alzara vuelo”, sino que ahora el propio saber constitucional es parte de las acciones políticas reales. El proceso que aquí se desea es envolvente, popular, participativo, no se reduce a la mera emisión de un voto eligiendo a los que en la situación serían los constituyentes. El mandato se cuece en un intenso debate democrático y masivo, en algún caso entremezclado con innovaciones más sensibles de las formas de representación.

Un nuevo cuerpo normativo, realizado y sostenido por un sujeto constituyente popular, debe establecer una barrera antineoliberal, en el reconocimiento de la multiculturalidad, la reconstrucción de la geometría del Estado, la inclusión de nuevas formas de propiedad, el dominio nacional-estatal de los recursos naturales, la protección del ambiente humano y natural, el reconocimiento de la salud como derecho y la responsabilidad del Estado para ofrecer respuestas integrales a la necesidad de salud de las poblaciones con eje en servicios públicos, el respeto a la heterogeneidad lingüística del territorio nacional, las relacionales colaborativas entre sociedad y Estado: en suma, el reconocimiento de áreas que requieren un gran debate imprescindible.

¿Cómo no reconocer que Argentina necesita una nueva Constitución? El proceso de transformación en curso que en nuestro país reconfigura la nación es parte del fenómeno que recorre Suramérica. Y este fenómeno, sea que atraviese momentos de bonanza como de riesgo, merece una altura constitucional diferente. Esta es nuestra convicción y nuestro compromiso.





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